CASA I PERSONA · "Historia de una cadena de váter" · PAU FAUS

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(o de porqué no es tan mala idea poner la puerta de un baño justo delante del váter)





"Trata sobre la erosión física que dejan algunas acciones cotidianas, por muy inverosímiles que estas puedan parecer…


En casa de mis padres había un pequeño baño, tan pequeño que al entrar uno casi se daba contra el váter. El váter en cuestión era de esos que tienen la cisterna en el techo de donde cuelga la cadena. Cada vez que yo usaba ese váter y llegaba la hora de tirar de la cadena, en vez de empujarla hacia abajo como corresponde, siempre realizaba el siguiente ritual: Agarraba el tirador de la cadena, daba la espalda al váter, colocaba la mano del tirador sobre el hombro y, solemnemente, salía del baño andando hasta que, ya con el brazo totalmente extendido hacia atrás, la descarga se activaba y un fuerte latigazo arrancaba la cadena de mi mano, disparándola de nuevo hacia el interior. Me encantaba oír mientras me alejaba el impacto seco del tirador contra el alicatado. Con los años, ese ritual diario, no sólo provocó varias reparaciones de la cadena, sino que además acabó por afectar a las baldosas de la pared. Primero algunas de ellas se desconcharon, más tarde se agrietaron y finalmente se rompieron. Para mi madre, aquel deterioro era la demostración definitiva de que había que terminar con esa tontería. Para mí, en cambio, esa huella que crecía día a día le dio un nuevo sentido a mi pequeña acción cotidiana. Muchos años después, cuando mi madre se mudó, y en la casa sólo quedó el rastro de lo que fueron muebles, cuadros o lámparas, ella me habló con mucho cariño de esas baldosas rotas que aun seguían ahí."




PAU FAUS


6 comentarios:

  1. Nos ha encantado la primera entrega de casa i persona.
    Felicidades a los dos!

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  2. Gracias Sra. farnsworth! Siempre ahí ;)
    El Sr Faus siempre nos deja el listones muy alto pero ya estamos en contacto con nuevos colaboradores que seguro nos regalaran nuevos listones.....


    El miercoles que viene, más *

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  3. Por algún motivo que todavía no me detuve a pensar, me vino a la cabeza este cuento de Cortazar:

    PERDIDA Y RECUPERACIÓN DEL PELO.

    Para luchar contra el pragmatismo y la horrible tendencia a la consecución de fines útiles, mi primo el mayor propugna el procedimiento de sacarse un buen pelo de la cabeza, hacerle un nudo en el medio y dejarlo caer suavemente por el agujero del lavabo. Si este pelo se engancha en la rejilla que suele cundir en dichos agujeros, bastará abrir un poco la canilla para que se pierda de vista.

    Sin malgastar un instante, hay que iniciar la tarea de recuperación del pelo. La primera operación se reduce a desmontar el sifón del lavabo para ver si el pelo se ha enganchado en alguna de las rugosidades del caño. Si no se lo encuentra, hay que poner en descubierto el tramo de caño que va del sifón a la cañería de desagüe principal. Es seguro que en esta parte aparecerán muchos pelos, y habrá que contar con la ayuda del resto de la familia para examinarlos uno a uno en busca del nudo. Si no aparece, se planteará el interesante problema de romper la cañería hasta la planta baja, pero esto significa un esfuerzo mayor, pues durante ocho o diez años habrá que trabajar en algún ministerio o casa de comercio para reunir el dinero que permita comprar los cuatro departamentos situados debajo del de mi primo el mayor, todo ello con la desventaja extraordinaria de que mientras se trabaja durante esos ocho o diez años no se podrá evitar la penosa sensación de que el pelo ya no está en la cañería y que sólo por una remota casualidad permanece enganchado en alguna saliente herrumbrada del caño.

    Llegará el día en que podamos romper los caños de todos los departamentos, y durante meses viviremos rocleados de palanganas y otros recipientes llenos de pelos mojados, así como de asistentes y mendigos a los que pagaremos generosamente para que busquen, separen, clasifiquen y nos traigan los pelos posibles a fin de alcanzar la deseada certidumbre. Si el pelo no aparece, entraremos en una etapa mucho más vaga y complicada, porque el tramo siguiente nos lleva a las cloacas mayores de la ciudad. Luego de comprar un traje especial, aprenderemos a deslizarnos por las alcantarillas a altas horas de la noche, armados de una linterna poderosa y una máscara de oxígeno, y exploraremos las galerías menores y mayores, ayudados si es posible por individuos del hampa, con quienes habremos trabado relación y a los que tendremos que dar gran parte del dinero que de día ganamos en un ministerio o una casa de comercio.

    Con mucha frecuencia tendremos la impresión de haber llegado al término de la tarea, porque encontraremos (o nos traerán) pelos semejantes al que buscamos; pero como no se sabe de ningún caso en que un pelo tenga un nudo en el medio sin intervención de mano humana, acabaremos casi siempre por comprobar que el nudo en cuestión es un simple engrosamiento del calibre del pelo (aunque tampoco sabemos de ningún caso parecido) o un depósito de algún silicato u óxido cualquiera producido por una larga permanencia contra una superficie húmeda. Es probable que avancemos así por diversos tramos de cañerías menores y mayores, hasta llegar a ese sitio donde ya nadie se decidirá a penetrar: el caño maestro enfilado en dirección al río, la reunión tormentosa de los detritos en la que ningún dinero, ninguna barca, ningún soborno nos permitirán continuar la búsqueda.

    Pero antes de eso, y quizá mucho antes, por ejemplo a pocos centímetros de la boca del lavabo, a la altura del departamento del segundo piso, o en la primera cañería subterránea, puede suceder que encontremos el pelo. Basta pensar en la alegría que eso nos produciría, en el asombrado cálculo de los esfuerzos ahorrados por pura buena suerte, para escoger, para exigir prácticamente una tarea semejante, que todo maestro consciente debería aconsejar a sus alumnos desde la más tierna infancia, en vez de secarles el alma con la regla de tres compuesta o las tristezas de Cancha Rayada.

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  4. Las increíbles historias de los espacios invisibles... ;) Agrandando anécdotas..
    No conocía esta cuento del sr. Gracias!

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  5. El maestro (en mayúsculas y negrita) Cortázar es siempre es una gran inspiración. Gracias por la referencia. Todo un halago. Abrazo!!!
    Pau

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