Lo hago cada vez.
Las obras pasan a segundo plano.
La cámara empieza a enfocar blancos.
Y el ojo resigue la esquina, las líneas, las direcciones, los huecos, las simetrías.
El blanco.
Sucede en los museos.
Pero en el reina Sofía más.
Son los antiguos arcos y las guías.
Verticalidad, curva y blanco.
Y la cámara ajustando cortes y enfoques.
Aqui si. Aqui no.
Enmarcando al blanco.
El engaño de la aparente nada.
Pero una línea significa más.
Una sombra se amplifica.
Y empiezo a fotografíar.
Cada vez me maldigo por llevar la cámara incorrecta.
Me digo un día volveré con la buena.
Y no.
Así que comparto silencios violando la homogeneidad del blanco con algún que otro pixel amarillo, ocre, marrón. Perdón.
Y seguro que ya sucede pero por si no o alguien dice caspitas (que genial palabra) que idea, lleven a los alumnos a los museos a bailar con los blancos, a encuadrarlos, a simetrearlos, a practicar peso y equilibrio.
Yo, sigo practicando. Punto. Humildemente claro.
Y aparecen (una hora más tarde Marina_Morón, los verdaderos artifices de silencios y pequeñas formas.
Comparten esto conmigo. Bonitas casualidades blanco sobre blanco* )
Y por cierto en ese blanco voy y encuentro a Muntadas
Y aparecen (una hora más tarde Marina_Morón, los verdaderos artifices de silencios y pequeñas formas.
Comparten esto conmigo. Bonitas casualidades blanco sobre blanco* )
Y por cierto en ese blanco voy y encuentro a Muntadas
Precioso.
ResponderEliminargracias*
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