No aceptamos al olvido.
El olvido es traición.
El olvido es desdén.
El olvido es frívolo.
Y nuestra memoria relativa....
Por eso, apelamos a lo físico.
Una fotografía, una escultura, un símbolo, una grabación.
Así, recordaremos. Y nos decimos un que bien.
Y sucede al morir...
Aparece el símbolo.
Esculturas, monumentos, plazas y placas a las muertes grupales.
Cementerios, cruces, losas, panteones a las muertes personales.
Sufrimos.
Lloramos.
Erigimos.
El otro día salimos a pasear.
Nuno Carvalho y yo.
Voluntad de deriva por pueblo pequeño.
Escogimos Cardedeu a 40 grados.
La deriva escogió al rio. Chop, chop..
Pies, rocas, agua y sombras..
Oh selva. Bambú. Mucho. Enorme...
Susto, magia y extraño.
Susto, magia y extraño.
Avanzamos y cruzamos y subimos.
Y entonces....
Las macetas.
Cien macetas, doscientas macetas, trescientas macetas, muchas más macetas.
Las macetas.
Cien macetas, doscientas macetas, trescientas macetas, muchas más macetas.
Tubos de goteo resecos y plantas creciendo en la juntas.
Una casa abandonada, un tractor y una lata en una mesa.
En las macetas, agonías arbóreas.
Seguimos. Muriendo todos.
Chopos, castaños, bambús, cerezos, pinos.
Abandonados al y si llueve.
Paseamos y son cientos de hileras.
Fotografíamos y abrimos grifos.
Si, si es momento "salvaremos".
Si, si es momento "salvaremos".
Silencio, cruzamos y llegamos al final.
Y ya ha surgido el que hacemos.
Raptaremos árboles.
Y seleccionamos. Naturalmente.
Serán nueve.
Serán nueve.
Y al resto, homenaje.
Un tributo a la tristeza.
Escultura de recordar
Escultura de recordar
"Aquí murieron muchos árboles".
Y encontramos las macetas gigantes.
Y fue el Totem al hibernáculo.
Ni es Totem.
Ni es hibernáculo.
Pero así lo bautizamos.
Se apela al paseo por allí.
El rescate ha de ser inmediato.
Ocultamos el lugar.
Que no nos acusen de "chorizos".
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