LA RAMBLA HUELE A GOFRE · Rosa Cullell · El Periódico

* En el bar de abajo, el Timón, tonto el último en encontrar periódico.
Un día La vanguardia, otro El País y hoy El Periódico.
Escondidos siempre en el lugar secreto....

Periódico para mi.
Y encuentro a Rosa Cullell a la que no conozco pero en la que me paro por su título que me inspira un
"Clara, huele a texto de los que te gustan".
Y efectivamente...
Gran inicio que hace que caiga rendida a sus pies...."Odio perder paisajes".

Como pero decir que quizás hay un punto de onirismo poético que va in creccendo a lo largo del artículo que me supera pero.....
Acepto artículo como artículo a leer.















LA RAMBLA HUELE A GOFRE

"Odio perder paisajes. Llegar a una ciudad, buscar esa plaza con el banco junto a los tilos y descubrir que han cortado los árboles. Bajar la avenida que lleva a un puerto cualquiera y toparme con un edificio de 20 pisos que impide ver el mar. Y que me cambien las vistas, las que llevo conmigo, me repatea. Aún recuerdo el disgusto cuando sacaron la pista de patinar de la plaza de Tetuan. O cuando descubrí que alguien, sin avisar, había tenido la gran idea de destrozar las dunas y contornear la playa de Castelldefels con un horrible paseo (nunca antes lo habíamos necesitado) de asfalto.
Me voy acostumbrando; la fiebre del tocho nos ha vuelto inmunes al horror. Lo que ya me cuesta más es perder olores. Aunque no soy de dulce, voy de vez en cuando a una cafetería que tiene en su carta Helado como los de antes, y me lo pido. Dejo que se deshaga en el plato y aspiro la fragancia del mantecado con barquillo; hasta que el camarero me mira con cara de «esta señora acabará dándonos un disgusto». Las cosas y las personas, las que echas de menos, tienen su perfume. Mi padre, incluso muriéndose en el área de terminales, olía a una mezcla de limón y tabaco americano. Y eso que no le dejaban fumar.

He perdido muchos aromas. Después de unos años en el extranjero, volví a Barcelona y cogí el metro hasta Catalunya. Fue salir a la Rambla y notarlo. No olía a café. La cafetería de Canaletes, la de los bocadillos de chorizo más buenos del mundo, había sido reemplazada por una hamburguesería. A partir de entonces decidí bajar en Liceu; la boca del metro queda cerca de Flores Maria, que aún hoy -con la moda de las gigantes margaritas de felpa- vende violetas, lirios y mimosas. Flores que huelen. Como tengo por costumbre, hace unos días me dispuse a subir el paseo, oliendo a flores, a periódicos, al pescado de la Boqueria y a ese efluvio a pajaricos de los tenderetes. Pero me inundó un tufo de helados edulcorados y gofres con almíbar, ese pegajoso invento que ha contribuido a que los americanos sean los más gordos del planeta. No encontré el olor de la Rambla.

Rosa Cullell
 
+INFO: http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/rambla-huele-gofre/955595.shtml

3 comentarios:

  1. Qué chula la foto de las Ramblas con el gofre gigante cayendo, lleno de nata, sobre nuestras cabezas. Gracias por colgar el artículo. Besos.
    Rosa Cullell

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  2. Gracias a ti Rosa.. tocaste mi punto débil con el artículo y especialmente con dos frases que he guardado a buen recuado "Odio perder paisajes" y "Me voy acostumbrando; la fiebre del tocho nos ha vuelto inmunes al horror.".

    Me adhiero a las dos.

    Un saludo y espero seguir encontrándote entre los periódicos de la mañana*

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