Y hemos realizado nuestra primera visita a Bon Pastor
Nos ha alterado y hemos hecho fotos y hemos escrito.
Señores, visiten Bon Pastor.
+INFO: http://repensarbonpastor.wordpress.com/intro/
http://bonpastor.noblogs.org/
+INFO: http://repensarbonpastor.wordpress.com/intro/
http://bonpastor.noblogs.org/
Disculpen la intromisión egocéntrica pero transcribo lo vivido....
(en caso de aburrimiento miren las fotos o miren el blog)
(en caso de aburrimiento miren las fotos o miren el blog)
Hola Bon Pastor.
Sábado diez de la mañana. Salida “turística”
Vamos a descubrir Bon Pastor.
Barrio de Barcelona al que he rozado algunas veces pero nunca he visitado.
Diez grados, moto y dos cascos.
Porque Bon Pastor?
Descubrimos un concurso y detrás del concurso un barrio y detrás del barrio unas casas y detrás de las casas un pasado, presente y futuro proyecto de demolición.
Son “Las casas baratas de Bon Pastor”, un conjunto de 784 casas bajas (de las que ya han demolido una buena parte) expuestas al Sr. Plan de Remodelación que ha decidido tirarlas al suelo para construir unos fantásticos bloques clonificados y que harán del barrio de Bon Pastor un barrio anónimo más, un barrio para encapsular.
Porque han decidido demoler el conjunto de casas bajas más grande que aún queda en Barcelona?
Indiscutiblemente por el bien de los ciudadanos…….. Las condiciones de vida en esas casas, alegan, son “tercermundistas”(que fea palabra) y no se puede seguir viviendo en esas condiciones.
El Sr. Plan de remodelación sabe lo que conviene y unos pisitos lindos y con 30 metros más de regalo serán mucho mejor que esas insalubres casas.
Resulta que, para desgracia del Sr. Plan de Remodelación, no todos los ciudadanos de las casas baratas están de acuerdo con su discurso paternalista que esconde bonitos beneficios inmobiliarios y han decidido agruparse.
Y han hecho ruido y se han movido y se han rebelado contra ese papa Sr Plan de Remodelación que cree saber lo que a los ciudadanos les conviene y que puede echarlos cuando quiera porque él les ha dado cobijo mientras eran chicos y recién llegados (las casas son de protección oficial con antiguos alquileres de rentas bajas) y ahora ,se acabó que no conviene.
Después de la breve introducción lo dicho.
Aparcamos la moto y llegamos a ese supuesto espacio degradado y “tercermundista” que es el Barrio de Bon Pastor.
Gente que va al mercado, compradores de pan y paseadores profesionales y gente, mucha gente que se saluda por la calle. Cuanto tiempo hace que no saludo a alguien en mi calle?.
Delante, las casas baratas, rodeadas de horribles pisos de obra nueva que parecen maquetas de pladur. Un gueto, un pequeño gueto de supervivencia, es lo primero que pienso.
Vamos a por el café que hace frio. Boniato? Si, si boniato también.
Adios panadería. Nos vamos a andar.
Siempre el dilema.
Yo incursora del centro de la ciudad, con mi cámara en mano y mi actitud de turista como debo moverme? Las invasiones de espacios nunca fueron bien vistas y sino que les pregunten a los antropólogos.
Las degradadas casas baratas de Bon Pastor.
Que esperábamos encontrar?
Casas abandonadas pendientes de demolición, calles desiertas y dejadez.
Que nos encontramos?
Un barrio. Un barrio vivo.
Casas pequeñas con techos de ladrillos de los de verdad, geranios en las puertas, sillas en la calle, señoras que van a la compra, silencio, calles tranquilas donde la gente vive, saluda y se mira y se conoce y se pregunta.
Casas pintadas, casas personalizadas, cada una su carácter, cada una, una familia.
Increible.
Queremos preguntar y no sabemos como y mientras, nos vamos moviendo con nuestras cámaras click click.
Un plaza con su fuente, un perro de cuatro meses, un señor que saluda, una señora que nos mira, reggaeton de una ventana, un coche en obras, coleccionistas de pericos y las obras.
Llegamos a las obras.
De repente el paisaje se corta.
Y llegan las obras.
Aún los restos de las últimas casas derribadas y enfrente lo que serán las nuevas casas de Bon Pastor. Da miedo.
Si. Han dejado un espacio entre los dos bloques al que deben llamar espacio público ajardinado. Un trozo de verde con un tobogán pero allí no hay nada.
Un solar vacio y unas gruas sin consciencia que siguen ordenando la ruina de lo que ayer eran casas habitadas.
Fotos, fotos, fotos y el extraño sentimiento de que a una misma le están robando algo que le pertenece. La historia. El Barrio. La identidad.
Es una frontera.
A un lado el vacio, el solar, el bloque.
Al otro, aparentemente ajeno pero mirando de reojo, las casas bajas, la vida, la vecindad.
Volvemos a nuestro lado de la frontera.
Hay que preguntar.
Mejor lugar?
La bodega. Vermut y cigarros siempre fueron buenos conversadores.
Hemos localizado al Bar Can Mariano dentro de una de las casas baratas.
Barra, vermut, anchoas y patatas.
Todo bueno y además las anchoas de regalo.
Dos mujeres, las camareras y doce hombres, los clientes.
Nosotras en nuestra barra conversamos a dos y discutimos sobre el concurso, sobre las posibilidades de frenar la demolición, sobre, sobre, sobre y además de sobre, nerviosas.
Segundo vermut.
Pregunta la chica de detrás de la barra.
“Buenas las anchoas?
Pues ahora boquerones”.
“Si. Si. Todo bueno. Nos apuntamos el bar en la agenda que es la primera vez que venimos al barrio y estamos encantadas”.
“¿Y como habeis llegado hasta aquí?”
“Por lo del concurso y las demoliciones”.
La palabra concurso abre la caja de Pandora. El bar y sus rotaciones se vuelcan a opinar, debatir, explicar, historiar.
Nos cuentan. Nadie, nadie en el bar apoya la demolición por mucho piso nuevo y mandangas que prometan. “Que no. Que esto es impagable, que no saben los que viven en pisos lo que es vivir en una calle casi peatonal de casas bajas y patios.
Que a nosotros no nos la venden. Se piensan que somos tontos. Anda que no vale el terreno ni ostias. Lo que quieren es especular que aquí molestamos porque somos pobres y encima pagamos poco.
Pero joder, que nos permitan comprar las casas, que nos suban los alquileres si hace falta y que nos dejen en paz. Especuladores.”
Nos explican la vida en el barrio. Cuando llegaron, la historia de sus padres, las relaciones de vecinos que más que vecinos son parientes, la vida en la calle.
Nosotras escuchamos mientras voy pensando que yo nunca tuve barrio. Mi barrio era barrio muerto y aburrido.
No son solo la casa o el paisaje los que cuentan.
Son las relaciones. Las historia. Las personas.
Entra y sale gente y nadie deja de opinar, de contar, de sentir.
De repente una de las chicas del bar aparece con un álbum de fotos. Son las fotos de la boda de sus padres. Las dos chicas son hermanas.
Fotos en blanco y negro de casas pequeñas engalanadas y campos de futbol de arena con paisajes sin bloques.
La chica con el álbum nos cuenta con los ojos rojos que ya no es solo por ella que aún vive ahí, que es por sus padres, que a ellos los matan si les tiran la casa.
Su hermana ya no vive allí, está en un piso y nos cuenta que al principio fue muy duro y que aún no ha logrado acostumbrarse.
El señor del perro caniche dentro del abrigo nos dice que lo que van hacer aquí no tiene perdón. Que no entiende como pueden dormir tranquilos.
“Solo por dinero, mierda, porque estamos cerca del centro ese de la Maquinista y ahora les interesamos pero aquí nos han tenido olvidados mientras ha convenido que hasta el bicing se han llevado por 4 desgraciados que hay en el barrio. Pero como cualquier barrio, joder. Y ahora nos construyen más bloques en la única cosa de lujo que teniamos, la calidad de vida, hombre. Nuestras casas. Nuestras casas baratas”
Asi seguimos durante una hora y suenan las 3 y es hora de irse.
Nos despedimos depués de pagar por 4 vermuts y su sifón, unas patatas y los boquerones + anchoas + aceitunas de regalo, 5,20. Gracias.
Es raro.
Una se sube a la moto.
Se aleja de ese trozo de barrio.
Y “entra en Barcelona” por la calle Santander.
Pasamos la via del tren y cruzamos Guipuzcoa y una siente que deja alli algo que si un día desaparece, pocos notarán.
Pero habrá desaparecido.
Y ya no estará más.
Y habrá más bloques. Más iguales. Más feos. Más aburridos. Más muertos.
Señores, repensemos.
Señores, visiten Bon Pastor.
Sábado diez de la mañana. Salida “turística”
Vamos a descubrir Bon Pastor.
Barrio de Barcelona al que he rozado algunas veces pero nunca he visitado.
Diez grados, moto y dos cascos.
Porque Bon Pastor?
Descubrimos un concurso y detrás del concurso un barrio y detrás del barrio unas casas y detrás de las casas un pasado, presente y futuro proyecto de demolición.
Son “Las casas baratas de Bon Pastor”, un conjunto de 784 casas bajas (de las que ya han demolido una buena parte) expuestas al Sr. Plan de Remodelación que ha decidido tirarlas al suelo para construir unos fantásticos bloques clonificados y que harán del barrio de Bon Pastor un barrio anónimo más, un barrio para encapsular.
Porque han decidido demoler el conjunto de casas bajas más grande que aún queda en Barcelona?
Indiscutiblemente por el bien de los ciudadanos…….. Las condiciones de vida en esas casas, alegan, son “tercermundistas”(que fea palabra) y no se puede seguir viviendo en esas condiciones.
El Sr. Plan de remodelación sabe lo que conviene y unos pisitos lindos y con 30 metros más de regalo serán mucho mejor que esas insalubres casas.
Resulta que, para desgracia del Sr. Plan de Remodelación, no todos los ciudadanos de las casas baratas están de acuerdo con su discurso paternalista que esconde bonitos beneficios inmobiliarios y han decidido agruparse.
Y han hecho ruido y se han movido y se han rebelado contra ese papa Sr Plan de Remodelación que cree saber lo que a los ciudadanos les conviene y que puede echarlos cuando quiera porque él les ha dado cobijo mientras eran chicos y recién llegados (las casas son de protección oficial con antiguos alquileres de rentas bajas) y ahora ,se acabó que no conviene.
Después de la breve introducción lo dicho.
Aparcamos la moto y llegamos a ese supuesto espacio degradado y “tercermundista” que es el Barrio de Bon Pastor.
Gente que va al mercado, compradores de pan y paseadores profesionales y gente, mucha gente que se saluda por la calle. Cuanto tiempo hace que no saludo a alguien en mi calle?.
Delante, las casas baratas, rodeadas de horribles pisos de obra nueva que parecen maquetas de pladur. Un gueto, un pequeño gueto de supervivencia, es lo primero que pienso.
Vamos a por el café que hace frio. Boniato? Si, si boniato también.
Adios panadería. Nos vamos a andar.
Siempre el dilema.
Yo incursora del centro de la ciudad, con mi cámara en mano y mi actitud de turista como debo moverme? Las invasiones de espacios nunca fueron bien vistas y sino que les pregunten a los antropólogos.
Las degradadas casas baratas de Bon Pastor.
Que esperábamos encontrar?
Casas abandonadas pendientes de demolición, calles desiertas y dejadez.
Que nos encontramos?
Un barrio. Un barrio vivo.
Casas pequeñas con techos de ladrillos de los de verdad, geranios en las puertas, sillas en la calle, señoras que van a la compra, silencio, calles tranquilas donde la gente vive, saluda y se mira y se conoce y se pregunta.
Casas pintadas, casas personalizadas, cada una su carácter, cada una, una familia.
Increible.
Queremos preguntar y no sabemos como y mientras, nos vamos moviendo con nuestras cámaras click click.
Un plaza con su fuente, un perro de cuatro meses, un señor que saluda, una señora que nos mira, reggaeton de una ventana, un coche en obras, coleccionistas de pericos y las obras.
Llegamos a las obras.
De repente el paisaje se corta.
Y llegan las obras.
Aún los restos de las últimas casas derribadas y enfrente lo que serán las nuevas casas de Bon Pastor. Da miedo.
Si. Han dejado un espacio entre los dos bloques al que deben llamar espacio público ajardinado. Un trozo de verde con un tobogán pero allí no hay nada.
Un solar vacio y unas gruas sin consciencia que siguen ordenando la ruina de lo que ayer eran casas habitadas.
Fotos, fotos, fotos y el extraño sentimiento de que a una misma le están robando algo que le pertenece. La historia. El Barrio. La identidad.
Es una frontera.
A un lado el vacio, el solar, el bloque.
Al otro, aparentemente ajeno pero mirando de reojo, las casas bajas, la vida, la vecindad.
Volvemos a nuestro lado de la frontera.
Hay que preguntar.
Mejor lugar?
La bodega. Vermut y cigarros siempre fueron buenos conversadores.
Hemos localizado al Bar Can Mariano dentro de una de las casas baratas.
Barra, vermut, anchoas y patatas.
Todo bueno y además las anchoas de regalo.
Dos mujeres, las camareras y doce hombres, los clientes.
Nosotras en nuestra barra conversamos a dos y discutimos sobre el concurso, sobre las posibilidades de frenar la demolición, sobre, sobre, sobre y además de sobre, nerviosas.
Segundo vermut.
Pregunta la chica de detrás de la barra.
“Buenas las anchoas?
Pues ahora boquerones”.
“Si. Si. Todo bueno. Nos apuntamos el bar en la agenda que es la primera vez que venimos al barrio y estamos encantadas”.
“¿Y como habeis llegado hasta aquí?”
“Por lo del concurso y las demoliciones”.
La palabra concurso abre la caja de Pandora. El bar y sus rotaciones se vuelcan a opinar, debatir, explicar, historiar.
Nos cuentan. Nadie, nadie en el bar apoya la demolición por mucho piso nuevo y mandangas que prometan. “Que no. Que esto es impagable, que no saben los que viven en pisos lo que es vivir en una calle casi peatonal de casas bajas y patios.
Que a nosotros no nos la venden. Se piensan que somos tontos. Anda que no vale el terreno ni ostias. Lo que quieren es especular que aquí molestamos porque somos pobres y encima pagamos poco.
Pero joder, que nos permitan comprar las casas, que nos suban los alquileres si hace falta y que nos dejen en paz. Especuladores.”
Nos explican la vida en el barrio. Cuando llegaron, la historia de sus padres, las relaciones de vecinos que más que vecinos son parientes, la vida en la calle.
Nosotras escuchamos mientras voy pensando que yo nunca tuve barrio. Mi barrio era barrio muerto y aburrido.
No son solo la casa o el paisaje los que cuentan.
Son las relaciones. Las historia. Las personas.
Entra y sale gente y nadie deja de opinar, de contar, de sentir.
De repente una de las chicas del bar aparece con un álbum de fotos. Son las fotos de la boda de sus padres. Las dos chicas son hermanas.
Fotos en blanco y negro de casas pequeñas engalanadas y campos de futbol de arena con paisajes sin bloques.
La chica con el álbum nos cuenta con los ojos rojos que ya no es solo por ella que aún vive ahí, que es por sus padres, que a ellos los matan si les tiran la casa.
Su hermana ya no vive allí, está en un piso y nos cuenta que al principio fue muy duro y que aún no ha logrado acostumbrarse.
El señor del perro caniche dentro del abrigo nos dice que lo que van hacer aquí no tiene perdón. Que no entiende como pueden dormir tranquilos.
“Solo por dinero, mierda, porque estamos cerca del centro ese de la Maquinista y ahora les interesamos pero aquí nos han tenido olvidados mientras ha convenido que hasta el bicing se han llevado por 4 desgraciados que hay en el barrio. Pero como cualquier barrio, joder. Y ahora nos construyen más bloques en la única cosa de lujo que teniamos, la calidad de vida, hombre. Nuestras casas. Nuestras casas baratas”
Asi seguimos durante una hora y suenan las 3 y es hora de irse.
Nos despedimos depués de pagar por 4 vermuts y su sifón, unas patatas y los boquerones + anchoas + aceitunas de regalo, 5,20. Gracias.
Es raro.
Una se sube a la moto.
Se aleja de ese trozo de barrio.
Y “entra en Barcelona” por la calle Santander.
Pasamos la via del tren y cruzamos Guipuzcoa y una siente que deja alli algo que si un día desaparece, pocos notarán.
Pero habrá desaparecido.
Y ya no estará más.
Y habrá más bloques. Más iguales. Más feos. Más aburridos. Más muertos.
Señores, repensemos.
Señores, visiten Bon Pastor.
que bonito...otra de las locas del concurso
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