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Despertarse a las 8 en la habitación con ventana muro.
Maleta cerrada y al piso de abajo pasando por 5 jarrones de flor plástico muy sugerentes.
Abajo el bar y, en el bar, una pecera y, al lado, una mesa.
Mía. Contemplación matutina.
Hay muchos peces de colores y uno, parece serpiente.
Me pregunto como deben ver el mundo desde allí.
Lo se. Las peceras tienen espejos y no ven nada pero da igual.
Yo me imagino que son peces exóticos venidos del amazonas a Cañete y sonrío.
Del trópico al chorizo.
Hoy toca carretera y curvas y la verdad, estoy cansada.
Me gustaría descansar pero mañana llegan visitantes a mi ruta y hay que recoger al primero en Alcañiz.
Aplomo de cordura, rellenar el tanque de gasolina y adelante concursante.
El paisaje vuelve a ser mío.
Y aparecen ríos y chopos, todo de color claro y con casas incrustadas en las piedras.
Delante aparece un cristo en lo alto de un monte. Vista de las que una querría raptar.
Debajo un pueblo y me digo un quiero subir.
Pregunto al "cuelga banderines santos".
Me dice por allí. Por detrás de la iglesia. Y no me advierte.
Furgoneta y yo nos dirijimos a la parte de atrás del pueblo donde -y como en la mayoría de los pueblos - se esconden las abandonadas casas de piedra y cal.
Un camino rojo sube hacia arriba.
Lo veo estrecho, derrapante y empinado pero digo ahi voy.
Empiezo a subir.
Me muero.
Mi furgoneta se muere.
Ella nunca fue amante del riesgo y su tracción animal es nula.
Vamos subiendo y el sudor y vértigo también suben.
Curva cerrada. Pánico atroz. Parón. Freno de mano. Hacia atrás. Hacia el barranco. Arriba.
Insisto. Me muero.
Llegamos al cristo. La ascensión.
No quiero pensar en bajar. Dibujitos y tralalas. Transtorno evitativo, le llaman.
Bajamos. No hay comentarios, solo sudores.
Continua el viaje pensando en el cansancio.
Horas y horas, kilómetros y kilómetros y la capacidad de sorpresa menguando.
A pesar de eso, hay voluntad que dicen que hay que penitenciar (¿?).
Y voy pasando, sigo pasando, por pueblos increibles con nombres increibles que, aún siendo minúsculos merecerían 3, 10, 20 días de visita lenta. De observación de texturas y enanos paisajes.
Paso por Teruel sin detenerme y paso autopistas diciéndome a mi misma "míralas", que rápidas ellas.
Yo por mis carreteras y mis curvas.
Vuelvo a consultar por enésima vez (debo llevar más de 1000 detenciones y consultas) mi mapa de carreteras del 2006 y hay que seguir por esta carretera.
Opto por una más pequeña y más bonita.
De repente cementerio de 45 metros cuadrados y una montaña blanca. Me paro en la carretera.
Hora de comer.
Abro puerta de atrás, me siento, entra el aire y como.
Pienso en lo que veo. En la emoción.
¿Cúal debe ser la mejor manera de digerir, de guardar la emoción de un paisaje?
A menudo siento que no lo estoy sintiendo lo suficiente. Que debería vivirlo más.
La pintura siempre fue buena compañera.
Quizás debería comerme una roca.
Más.
Hay que decidir donde dormir.
Me voy acercando a destino y decido ir a Andorra (si en Teruel hay un pueblo que se llama Andorra).
Horror. Pánico. Me largo y no puedo más. Hoy, desespero.
Quiero un hostal ya.
Llego a Alcorisa porque no quiero dormir en Alcañiz que ya se que es feo y grande.
Alcorisa tampoco me gusta, no consigo detenerme y no veo hostal.
Calanda estaba descartado intuyéndose un pequeño Alcañiz pero es la única oportunidad de la zona.
Y el viernes lo pasaremos allí porque ese día, a las 12 se rompen las horas a golpe de tambor.
He visto videos y lo intuyo de pálpito.
Llego a Calanda. Hostal de ladrillo marrón y balcón de aluminio de los que me provocan alergia.
Pero el pueblo me gusta y no puedo más. Mío.
Ole mi habitación. Mañana ya recuperaremos al camping.
Lo dejo todo y salgo a pasear.
Empieza la búsqueda de fachadas porque aqui, ya es zona de cal y ultramar.
Van apareciendo.
Yo voy contestando feliz a las muchas llamadas. Con la otra mano fotos, fotos.
Es 20 de abril. Gracias a todos. Me hago mayor.
Paseo. No pienso tocar la furgoneta en las siguientes 15 horas.
Y de repente el pom pom.
Tambores.
Ya empiezan. Persigo al sonido.
Llego a una plaza de toros.
Pom.
Pom.
Pom.
Veo a un hombre con un tambor.
"¿Puedo entrar?"
"Claro, claro".
20 tambores. El cuerpo se eriza sin permiso.
Dicen que el viernes serán cientos y cientos.
Emoción.
Me voy a la habitación.
Desde allí la carretera.
Y en ella coches que aparcan.
Y gente que baja.
Con maletas.
Y tambores.
Quiero viernes ya.
Buenas noches sin velas.
Mañana llega compañía.
Mañana soplaré.
Pom.
Pom.
Pierde el Barça y me como un Danone de chocolate.
Pom.
Pom.
Molt bé Clarins! un ocellet m'ha xivat la teva escapada :D. Pues la próxima vegada que marxis a fer un report de vaciós urbanos si vols jo m'apunto a reportar amb vídeo!!petons i felicitats!*
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